martes, 18 de octubre de 2011

Mi enfermedad

Una terrible enfermedad me corroe por dentro

y tú sólo eres el fuego que la alimenta.

Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor…

Qué fácil pronunciarte y qué difícil encontrarte.

Tan sólo un segundo puede disolverte,

tan sólo un segundo puede definirte,

pero ni una eternidad puede expresarte.

Qué fácil es echar en cara cuando lo ves desde fuera,

cuando ni siquiera una mirada cómplice te invade.

Qué fácil resulta buscar una excusa para dejarte

cuando tú mismo eres la piedra que rompe el cristal que nos separa.

Qué fácil es engañar al contrario

cuando ni siquiera sabes lo que te espera.

Un sueño, una pesadilla, da igual.

El caso es que todo es mentira

y nunca me confesarás la verdad.

Lo triste es que puedo leer todas las miradas

menos la tuya, la encerrada tras ese cristal que nos separa

que se llama realidad.

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